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Ser o no ser diseñador de interacción

    Carl Alviani, Director Editorial de Coroflot y Editor de Core77,  hace una interesante reflexión acerca del verdadero estado de la profesión, de los complejos diálogos que difuminan las competencias de un diseñador de interacción y que han sido ampliamente debatidos en diferentes foros.

    Sus referencias a eventos centrados en esta disciplina o a los salarios de las diferentes profesiones del diseño fundamentan aun más el debate, ya que cada vez son más los que se definen a sí mismos como diseñadores de interacción, y asisten a estos foros, presentando características muy dispares y desarrollando su trabajo desde posiciones que presuponen puntos divergentes.

    The __ field will save the world

    Incluso pocos son los que se sienten capacitados para extraer responsabilidades compartidas en toda esta variedad de profesionales. Carl hace referencia a la intervención de Dan Saffer en Interaction 09, donde señalaba que nadie debería dar una definición de la profesión. Esto puede interferir en el desarrollo del trabajo que se ha hecho hasta ahora, y en el que se está realizando en la actualidad.

    Pero estas cuestiones, en mi opinión, no deberían afectar a la necesidad de ir construyendo buenas prácticas, convenciones o normas de calidad que puedan ir afianzando desarrollos ulteriores. Sin duda, podemos marcar un antes y un después gracias al trabajo realizado por esos miles de diseñadores de interacción que comunican, comparten sus experiencias – muestren o no muestren ideas y planteamientos convergentes – y trabajan con diferentes tecnologías, aplicaciones y servicios en una amplia variedad de entornos y contextos.

    Por otra parte, no estamos hablando de una vanguardia pasajera, ni una profesión de moda, pues  la calidad de nuestras «interacciones intuitivas» diarias avalan sus más de 20 años de existencia. Desde el ratón de nuestro ordenador hasta las futuras interfaces intangibles (y más allá) el recorrido es inmenso y no dejamos de sorprendernos con nuevos campos de actuación.

    En su reflexión, Carl presenta «definiciones incorrectas» o argumentos inestables pero muy específicos, extraídos de las exposiciones de colegas de esta profesión, que también pueden hacernos valorar el lado más enriquecedor de esta profesión:

    1- Los diseñadores de interacción hacen interfaces touchscreen para dispositivos móviles:
    Hablamos así de un futuro prometedor, una nueva era donde los aspectos visuales y táctiles sobre las pantallas amplían el horizonte de la interacción. ¿cómo vamos a crear productos para estos nuevas formas de uso? ¿qué necesitamos saber para diseñarlos?.

    2- Los diseñadores de interacción son diseñadores web que prefieren comenzar el trabajo utilizando diagramas en pizarras. Ciertamente los conocimientos y las habilidades van variando pero los procesos pueden ser aplicados para diferentes entornos.

    Según Carl, la diferencia con un diseñador web puede estar en el tiempo que se dedica a investigar, planear y probar alternativas. Interesante debate que en muy poco tiempo puede que genere más encuentros inesperados pero probablemente deseados entre profesiones.

    3- El diseño de interacción es un subconjunto de… algo.
    Para Carl todo tiene un comienzo y algún día formó o sigue formando parte de algo. Pero esto no reduce su validez. Se entiende que, en la medida en que se va construyendo un extenso cuerpo de conocimiento, todo adquiere mayor relevancia y reclama expertos / especialistas que atiendan a tareas específicas o aspectos cruciales para llegar a la calidad del producto o servicio.

    4- El diseño de interacción no podrá tener un conjunto definido de habilidades hasta que no exista un plan educativo y formativo.
    ¿Es pronto para hablar de un recorrido formativo en los diseñadores de interacción?. Se trata de un gran reto que hoy por hoy cuenta con experiencias interesantes.

    Tampoco creo que sea imprescindible llegar a posiciones academicistas para alcanzar una formación adecuada. La pregunta es, ¿reforzarían aun más el valor de la profesión?. Este no deja de ser también un debate que, hasta el momento, poco ha importado para encontrarse con grandes profesionales en el sector.

    5- El diseño de interacción es una religión.
    Para Carl, la mejor definición. A falta de habilidades comunes jugamos con buenas intenciones que pretenden dotar de sentido a los procesos de interacción con la tecnología. Esto anima a seguir investigando, analizando y prototipando para llegar a un conjunto de buenas prácticas, «buenos comportamientos».
    La keynote de Robert Fabricant (Executive Creative Director de Frog Design) también aporta mucho sentido a este intento por comprender qué es o qué no es el diseño de interacción:

    Interaction Design is not about computing technology, it’s about behavior. Behavior is our Medium.

    [vimeo]http://vimeo.com/3730382[/vimeo]

    2 comentarios en «Ser o no ser diseñador de interacción»

    1. Creo que además es un campo que tradicionalmente se ha venido dejando muy de lado. En informática tuve una optativa de Interfaces Gráficas y en ningún momento se planteó la idea de pensar en el usuario final. Esperemos que gente como esta marque un camino a seguir

    2. Todo llega en su momento y quizás por entonces no todo el mundo sabía sobre estos asuntos. Ahora, las tecnologías que nos llegan y los sistemas que utilizamos nos hacen pensar más en este perfil profesional y en su relevancia. Pero como explicaba, no se trata de una moda pasajera recien llegada.
      Saludos.

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