El diseño se convierte en una poderosa arma para resolver problemas cotidianos de los ciudadanos. Sumado, entre otras cosas, a una meticulosa investigación de usuario que permita descubrir las necesidades reales de aquellos que hacen uso de productos o servicios en contextos específicos, el resultado puede derivar en una realidad más útil, cómoda y alentadora.
Eso es lo que han pensado en el Design Council de Reino Unido, organismo público que busca reforzar la calidad de los servicios estatales aportando soluciones de diseño que ayuden a innovar en asuntos sociales, económicos o tecnológicos.
Su último proyecto, Design for Patient Dignity, centrado en mejorar la experiencia de aquellos que por desgracia tienen que visitar o permanecer en un hospital por un tiempo, ha implicado al servicio nacional de salud (National Health Service, NHS), al Royal College of Art Helen Hamlyn Centre, así como a diseñadores, fabricantes y especialistas de la salud.
La estancia en estos lugares ha cambiado enormemente en los últimos tiempos pero todavía quedan por resolver numerosos problemas, convertidos casi en males universales de cualquier sistema sanitario.
Compartir habitación con pacientes del mismo sexo, preservar la intimidad y privacidad de los pacientes, mejorar su vestimenta y la del personal, estudiar la situación y el diseño del mobiliario o mantener sistemas de señalización e información continuos son algunos de los retos que se plantearon.
El estudio, perfectamente documentado con textos, vídeos e imágenes pone sobre la mesa propuestas que dignifican al paciente y mejoran considerablemente la calidad de su estancia.
Buenas dosis de humanidad, empatía, observación y escucha junto con un valorado esfuerzo desde el lado del diseño parecen suficientes para dar a cada paciente lo que necesita y lo que desea.
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