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Erewhon, el país sin máquinas

    La valoración de nuestras capacidades intelectuales frente a la evolución de Internet fue cuestionada hace un par de años por Nicholas Carr en su conocido artículo: Is Google Making Us Stupid?. Sin duda su repercusión pudimos sentirla desde diversos lugares de la red.

    La pregunta no tenía una única respuesta y sirvió para que todos nos cuestionáramos nuestros procesos de toma de decisiones ante una abrumadora tecnología en red.

    Pero no ha sido el único escrito que ponía en tela de juicio nuestra autonomía frente al universo tecnológico. Grandes historias futuristas descubiertas y/o narradas por científicos, filósofos, escritores o simples agoreros, nos han dejado una densa producción artística, cultural, literaria, cinematográfica… que ha cambiado nuestra forma de entender y percibir el mundo.

    En 1863 el periódico neozelandés The Press publicó el artículo Darwin among the Machines, escrito por el novelista  Samuel Butler. Toda una joya literaria donde el autor reflexionaba sobre la supremacía de las máquinas y sobre la clase de criatura que engendraría su evolución, digna de gobernar la faz de la tierra.

    Day by day, however, the machines are gaining ground upon us; day by day we are becoming more subservient to them; more men are daily bound down as slaves to tend them, more men are daily devoting the energies of their whole lives to the development of mechanical life. The upshot is simply a question of time, but that the time will come when the machines will hold the real supremacy over the world and its inhabitants is what no person of a truly philosophic mind can for a moment question.

    Aquellos primeros artículos sirvieron de inspiración a Butler para publicar en 1872 Erewhon (No Where – Ningún lugar), una novela cuyo título corresponde al nombre del país descrito por el autor.

    Erewhon, el país sin máquinas

    A modo de sátira de la sociedad victoriana, las normas y leyes erewhonianas eran cuando menos peculiares. Los delincuentes eran tratados como enfermos mientras estos últimos eran considerados delincuentes. De la misma forma las creencias se extendían rápidamente hasta el punto que se pensaba que los niños elegían nacer. También la vida cotidiana se caracterizaba por una ausencia completa de máquinas pues eran consideradas potencialmente peligrosas: «las máquinas están destinadas a suplantar a la raz humana».

    Así es como ese lugar fantástico comenzó a tomar fuerza en la literatura. Su existencia fue revelada o sirvió de inspiración a otros grandes autores como Miguel de Unamuno con su catastrofista Mecanópolis (1913) o Aldous Huxley en Island (1962).

    Ahora volvemos a preguntarnos sobre la mecanización de la sociedad y sobre la influencia de la revolución digital en nuestra forma de pensar. Pero esta vez Erewhon sólo queda en el recuerdo de aquellos que se sienten superados por la realidad y que no desean alterar su percepción de la misma.

    ¿Cómo está cambiando Internet nuestra forma de pensar?, pregunta John Brockman, el editor de Edge, a reputados científicos, escritores, filósofos, pensadores… de nuestro tiempo.

    Go native dice Howard Gardner, mientras Stephen M. Kosslyn argumenta que el precio que pagamos es pequeño en comparación con el beneficio obtenido. Otros como Sam Harris saben que la dependencia es muy fuerte  y que, aunque Google nos pueda hacer vagos o estúpidos como decía Carr, esto ha comenzado ya y las sorpresas seguirán llegando.

    167 respuestas más completan este trabajo y puede que te ayuden a pensar más en Internet o a plantearte si la auténtica pregunta del 2010 será esta: ¿Como está cambiando y cómo cambiará Internet nuestra forma de pensar?.

    ¿Volveremos alguna vez a pensar en Erewhon?.