Ayer estuve con estos dos fenómenos y pude disfrutar de una relajada cena en un hotel de Salamanca oyendo aventuras y desventuras «gomaespumosas». Les invitamos a que participaran en una mesa redonda y dejaron el pabellón bien alto, especialmente Cándida, ese ángel de patas gordas vestida de ratoncito Pérez.
Nos dejó a todos con los pelos como escarpias con su historia de vida que en diciembre de 2006 vio la luz en forma de «pinícula». Y todo gracias a ese monstruo de la comunicación y el humor que es Guillermo Fesser, que entre otras cosas me permitió constatar que es un humano con un toque de humildad impresionante.
A pesar del tute que le dimos aguantó estoicamente hasta las tantas y sus neuronas funcionaron hasta el último momento. Se aprende mucho conociendo a gente así y seguirles sería difícil porque se mueven más que una bandera en Tarifa. Pero merece la pena escuchar cada día su programa porque todo parece más fácil.